Costa Rica cumple una década con variados problemas económicos que limitan el crecimiento de la producción local y la generación de empleos. A inicio del 2015 y hasta mediados del 2019, el Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) mostró procesos de desaceleración y estancamiento, principalmente en las industrias que más empleo generan en el país (comercio, manufactura, agrícola y construcción). Si bien, para el segundo semestre del 2019 se vislumbraron algunas mejorías y cambios en tendencia, persisten los problemas de fondo (estructurales) que obstaculizan el desarrollo de empresas locales. Por lo que se debe poner atención en cómo mitigar los riesgos y aprovechar las oportunidades que este nuevo año traerá.
Las expectativas de crecimiento (medida por el Producto Interno Bruto) para el 2020 no muestran un panorama muy alentador, sin embargo, es importante comprar las cifras locales con otras economías del mundo para entender la posición de Costa Rica en relación con sus principales socios comerciales. El crecimiento previsto del PIB es similar al promedio de América Latina y el Caribe, en donde los principales disparadores del crecimiento del país se deben al auge de sectores como la banca y seguros, Inversión Extranjera Directa, centros de servicios compartidos y exportaciones del Régimen de Zona Franca. Al desagregar los datos, se puede apreciar el bajísimo crecimiento esperado en las principales industrias de la economía. ¿Con un crecimiento del 2,5% se mejorarán los problemas en el empleo y las finanzas públicas?
Tabla 1. Crecimiento anual para el 2020 del Producto Interno Bruto de economías del mundo y Costa Rica con su detalle por industria.

La estructura productiva del país se ha caracterizado por ir moldeando una dualidad entre los sectores económicos, en donde existe un grupo de actividades que tienen crecimientos muy por encima del promedio país y otras que han reducido su capacidad para generar empleo. Es decir, Costa Rica tiene sectores muy dinámicos tales como: información y comunicaciones, actividades financieras y seguros, actividades profesionales y servicios de apoyo y transporte y almacenamiento. No obstante, estas industrias son las que menos empleo masivo generan al país, al mismo tiempo que aquellas que menos crecen son las que más empleo producen. Esto forma parte de la problemática del desempleo estructural que atraviesa el país y que ha perdurado hace más de diez años. Lamentablemente, en este campo el panorama del 2020 no muestra muchos signos de mejoría.
La Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas ha representado un cambio importante en el sistema tributario costarricense, que para el caso del 2020 entra a regir el impuesto del 1% sobre la canasta básica de bienes y el ajuste por la regla fiscal. Además, según información del BCCR, la implementación e impacto de la reforma en el déficit financiero del Gobierno Central será gradual en el largo plazo, en donde la relación deuda/PIB seguirá creciendo hasta el 2022 (65%) y después de eso cambiará su tendencia hacia la baja para llegar a niveles estables en el 2040 (51.1%). Asimismo, las proyecciones oficiales señalan que la puesta en marcha de esta ley significará una reducción del déficit financiero del Gobierno Central (% PIB) de 1.67% en el 2020, 2.79% en el 2021 y 3.68% en el 2022 (BCCR, 2019).
Por otro lado, la política monetaria y fiscal del último año ha logrado una estabilidad en los macro precios (inflación, tasas de interés y tipo de cambio), lo que muestra una cara positiva de la economía costarricense. Se cumplen más de diez años con una inflación estable que ha oscilado entre el rango meta (3%±1%), esto producto de las políticas del BCCR por reducir las variaciones en los precios de bienes y servicios y el estancamiento de los salarios a nivel nacional. Además, en los últimos cinco años se ha presentado una tendencia hacia la baja en las tasas de interés en colones. El tipo de cambio (relación dólar) presentó menor variabilidad significativa durante el 2019 e inclusive mostró una apreciación de aproximadamente 6% entre diciembre 2018 y 2019 (tipo de cambio promedio ponderado del MONEX). Esto se puede apreciar en el siguiente gráfico:
Gráfico 1. Tipo de cambio (₡/$) promedio ponderado de MONEX (enero 2018 a diciembre 2019)

La expectativa para el tipo de cambio en el 2020 es que se presente una devaluación nominal de entre 1.5% y 2.0%, lo que significa que el valor del dólar se podría situar para finales de año entre 585 y 590 (FCS Capital, 2019).
El 2020 nos muestra una serie de desafíos y altos riesgos que es importante tomar en cuenta para la planificación financiera de las empresas y elaborar planes de mitigación. Probablemente no vaya a ser un año de mucho crecimiento en ventas o nuevos negocios para las empresas que se enfocan en el mercado local, esto producto del bajo crecimiento del consumo local, el alto desempleo y empleo informal (47% del empleo total). Es por ello considerable poner atención en la búsqueda de eficiencias en el gasto, buscar diversificación de ingresos, desarrollar alianzas comerciales y readecuar deudas.
En relación con lo anterior, también se pueden identificar una serie de oportunidades para sacar mayor provecho a este nuevo año. En Costa Rica existe un crecimiento importante en los negocios relacionados con la inversión extranjera y zonas francas, sin embargo, el encadenamiento entre estas empresas y las locales es muy bajo, por lo que se presenta como una oportunidad hacer esfuerzos por vender productos o servicios a estos sectores tan dinámicos. Además, el turismo es la principal fuente de divisas para el país, por lo que las empresas locales que operan solo en el Valle Central podrían atacar este nicho de mercado y expandir operaciones en otras provincias. Asimismo, un reciente estudio del Estado de la Nación (EN 2019, 135) afirma que las empresas que exportan tienen mayor probabilidad de permanencia en el mercado y de crecimiento a lo largo de los años (pasar de micro/pequeña empresa a mediana o grande).
Un panorama complejo y con riesgos latentes para las empresas locales, pero que también se vislumbran oportunidades de negocio que podría hacer la diferencia. Es importante acompañar las decisiones empresariales con análisis de coyuntura económica y de mercado, con perspectiva de inversión que permita cumplir objetivos de corto y largo plazo.